Érase una vez, hace no mucho tiempo en un lugar no muy lejano dos hermanas inseparables. Lupita y Esperanza. Lupita adoraba a su hermana menor, la cuidaba, la consentía, y la apoyaba en todas sus ocurrencias. Las dos eran inseparables,siempre juntas siempre unidas. Todos los días en la mañana las hermanas subían una montaña que estaba cerca de su casa.
Pero un día Lupita fue a despertar a Esperanza para subir la montaña. Esperanza le explicó que hoy no subiría porque estaba muy cansada. Lupita entendió y salió para que durmiera su hermana , pero le aseguró que al día siguiente subirían. El próximo día Lupita fue una vez más a despertar a Esperanza, pero le respondió con lo mismo que hoy no subiría.
Pasaron varios días, y después semanas y Esperanza no quería subir la montaña. Una mañana Lupita fue a despertar a Esperanza pero ella no respondió. Preocupada Lupita abrió la puerta y encontró a su hermana sentada con sus manos en su cabeza. Lupita no entendía lo que ocurría, sólo miraba los ojos llorosos de su hermanita.
Confundida y preocupada Lupita la tomo y la arrullo en sus brazos. Por primera vez en varias semanas estaba viendo a su hermana bien y no la reconocía. Esperanza estaba más delgada, su piel y cara pálida, y sus ojos tristes y ojerosos. Lupita sentía que su mundo se derrumbaba al mirar a su hermana tan mal.
Esperanza al ver la reacción de su hermana le pidió que se tranquilizara, que todo estaba bien. Sonriendo le propuso subir la montaña como habían hecho tantas veces. Lupita no pudo negárselo, pero al mirar que Esperanza estaba tan débil supo que no podría llegar hasta la cima de la montaña.
Empezaron a subir la montaña pero al poco rato Esperanza empezó a toser. Lupita la tomo de la mano y como cuando eran niñas la cargo en su espalda. Esperanza la abrazaba con tan poca fuerza que Lupita pensó que se le caería. Mientras subían la montaña hablaban de todas sus aventuras ,sueños y anelos. Reían como hace mucho no lo hacían.
Al llegar a la cima de la montaña Esperanza miró hacia arriba y dijo que el cielo Lucía como si los ángeles estuvieran iluminando el cielo. Esperanza le tomó las manos a Lupita y mirándola a los ojos le dijo que ella pronto se reuniría con esos ángeles y ella también iluminaría el cielo.